La semana Cidla comenzó con un desafío más allá de lo técnico.
Un desafío para cada uno de los integrantes del equipo, ya que, debido a la pandemia que aún está presente en el mundo, no todos se conocían en persona y esta fue la primera instancia para verse, conversar y opinar cara a cara.
El ADN Cidla, que está en cada uno de sus colaboradores, hizo que este proceso fuera muy fácil, lleno de riquezas y de conocimiento personal.
De ahí en adelante, todo comenzó a marchar con los mejores engranajes.
El segundo desafío comienza…
Llevar la metodología Cidla a cada rincón de Temuco, no importaba lo alejado o lo distinto, la meta era entregar innovación a la gente, a través de un proceso meticulosamente estudiado, por los colaboradores, el equipo en terreno y quienes estaban a distancia.
Se debería aprovechar cada instancia para poder generar vinculación y entregar soluciones e innovación aquellos que más nos importan, las personas.
Esa fue nuestra meta desde el primer día en la semana Cidla.